DÍA DE LA MADRE

3 mayo 2024

Mes de mayo, mes de María. Este primer domingo de mayo es también una fecha dedicada especialmente a las madres, el Día de la Madre. Felicitamos en este día, de modo muy especial, a todas las madres, que son un reflejo del amor y de la ternura de Dios. La maternidad es un misterio maravilloso en el que la mujer colabora con Dios en la procreación de la vida humana desde su seno. De todos los días del año, este es el día que está más impregnado de agradecimiento, de reconocimiento, de expresiones de amor sincero por lo mucho que hemos recibido de nuestras madres, comenzando por la vida. Hoy es un día propicio para manifestarles todo nuestro amor y gratitud, y si ya están en la casa del Padre, una oración y nuestra memoria agradecida.

Ellas nos han dado la vida biológica, nos han cuidado con no pocos sacrificios, nos han educado, transmitido la fe, iniciado en la oración, en el trato con Jesús y María Santísima. Ellas guiaron nuestros primeros pasos, nos enseñaron las primeras palabras, fueron nuestro apoyo en todas las circunstancias y etapas de crecimiento, y fueron y serán para siempre punto de referencia en el camino de la vida. Las madres han contribuido de forma decisiva en los fundamentos de la familia y de la sociedad, en la construcción de un mundo más humano, de un futuro más abierto a la esperanza. La maternidad es la mayor expresión de donación y servicio a los demás. En una sociedad tan necesitada de amor y misericordia, de gratuidad, el testimonio de la multitud de madres que hacen una renuncia generosa de su propia vida, es una fuente de inspiración para trabajar en la construcción de un mundo mejor.

Hoy felicitamos a todas las madres y las encomendamos a la protección de María, nuestra madre del cielo. Pedimos a María Santísima que proteja a las madres que junto a sus esposos pueden desarrollar la tarea de educación de sus hijos en un contexto familiar armonioso y propicio; a las que les toca bregar y educar a los hijos en un ambiente familiar repleto de dificultades; y, sobre todo, a las que deben afrontar solas una tarea tan importante y compleja. Pedimos al Señor, por intercesión de María, que todas puedan desempeñar con entrega y alegría su servicio en la familia, así como en la Iglesia y en la sociedad; que todas encuentren en la Virgen María consuelo y fortaleza. Que la Virgen María, que caminó en la oscuridad de la fe y estuvo unida a su Hijo hasta la cruz, las consuele y les dé la certeza de que su amor y sacrificio nunca serán inútiles.

La vida de María está centrada en el amor a Dios, su Señor, y en el amor al prójimo. Ella no pretende grandezas, simplemente es la humilde sierva del Señor, y se pone a disposición de su voluntad. Es una mujer que ama a Dios sobre todas las cosas y que está siempre en servicio delicado a los demás, tal como narran los evangelios: en silencio contemplativo durante la infancia y la vida oculta de Jesús, en Nazaret; con delicadeza y prontitud en la visita a su prima Isabel y en las bodas de Caná de Galilea; con la máxima discreción y humildad durante la vida pública; con entereza y absoluta confianza en Dios al pie de la cruz; con pedagogía y eficacia en su función de reunir a los discípulos antes de Pentecostés para recibir el Espíritu Santo, y en la naciente comunidad de Jerusalén.

Al iniciar el mes de mayo, invito a toda la familia diocesana de Sevilla a poner en su vida diaria algún acto de devoción, personal o comunitario, en casa o en la iglesia, en honor de Santa María. A ella le encomiendo también, de manera muy especial, a los niños y niñas que en nuestra diócesis reciben por vez primera la Eucaristía.

+ José Ángel Saiz Meneses

Arzobispo de Sevilla