Nuestro alumnado de 2º y 6º de primaria se está formando en el valor pedagógico del huerto escolar
A mediados de febrero comenzó la aventura pionera en nuestra casa de la creación de un auténtico huerto escolar. Enviamos un primer correo a las familias para solicitar su inestimable ayuda: palets, cartones de huevos, un saco de mantillo mediano por alumno, etc. Ya no había marcha atrás. Había comenzado una experiencia enriquecedora para el alumnado que tan sólo puede seguir creciendo. Un proceso formativo como recurso pedagógico de gran potencial en las aulas escolares. Esta actividad surge de la necesidad de crear experiencias enriquecedoras a los alumnos, de generar un proceso de sensibilización, formación e incidencia desde una metodología vivencial.
La respuesta fue maravillosa, volcándose todas las familias en la ayuda para crear nuestro huerto escolar, cosa que sin quererlo, fue un plus de motivación para los alumnos, los cuales estaban ya muy emocionados.
Y comenzaron a trabajar; pero trabajar de verdad. Se mancharon, sudaron, compartieron, ayudaron. Poco a poco iban llenando sus mochilas de tantos y tantos valores positivos, como la paciencia, la responsabilidad, el compromiso, el compañerismo, etc. Quitaron hierbas, aprendieron a coger una azada, un pico, ayudar en la carpintería, a limpiar el terreno, a programar actuaciones. Qué mejor forma de aprender las partes de las plantas, el ciclo de la vida, la fotosíntesis, el cuidado del medio ambiente, el consumo responsable, la sensibilización medioambiental y un larguísimo etcétera que hacerlo sobre el terreno, apoyándolo desde el trabajo previo, durante y posterior en el aula.
Y llegaron las ayudas altruistas de las familias. Donaron palets, vinieron a cambiarlos por lamas (cosa que aceleró el proceso de creación de parterres), nos dieron semillas, un ciruelo y un mandarino. Regalos y más regalos. El AMPA nos regaló el vallado del huerto, invirtiendo en nuestros alumnos y en su desarrollo.
Algunos beneficios (entre muchos) que obtienen nuestros alumnos al poseer un huerto escolar en nuestra casa son:
- Potencia la responsabilidad de nuestros chavales a la hora de cultivar su propio alimento, cosa que les aporta ilusión y aprendizaje.
- Favorece la alimentación sana y equilibrada, sin uso de químicos. De hecho algunos alumnos han manifestado cosas como “si algún día se me olvida el desayuno, ¿puedo venir al huerto a coger una zanahoria para desayunar?»
- Se promueve el cultivo de productos de acuerdo con la época del año, creando un calendario de siembra y recolección.
- Los alumnos trabajan jugando y juegan trabajando en un espacio natural, abierto, interactuando con la naturaleza.
- Incorporamos valores de respeto, cuidado, conservación de la naturaleza, del entorno, del medio ambiente, de los recursos…
- Permitimos probar, experimentar y aprender haciendo, cosa que hace que el aprendizaje sea significativo. Porque no podemos olvidar que: “Escucho y olvido. Veo y recuerdo. HAGO Y ENTIENDO”.
Además de todo esto, se trabaja el cálculo matemático, potenciamos la lengua, el desarrollo motor, artes plásticas diseñando y dibujando y, como es sabido, al ser centro bilingüe se imparten las asignaturas de ciencias en inglés. Se ha creado un cuaderno de campo, el cual se va a personalizar y especificar por cursos. Se prevé en el futuro tener la posibilidad de trabajar una compostera, un lombricario… posibilidades mil. Un trabajo que nos puede llevar de septiembre a junio.
Desde aquí agradecemos a las familias, a los alumnos, a las empresas que también han colaborado, al AMPA, al centro juvenil, a todas las ideas y consejos que nos han llegado. Sin duda alguna podemos gritar alto y fuerte que somos una gran familia.
Fernando Cabello. Profesor de Infantil y Primaria.