A lo largo de esta Cuaresma, iremos preparándonos para el Triduo Pascual a través de diferentes celebraciones, dinámicas y motivaciones (Buenos Días).
Comenzamos nuestras celebraciones con los Talleres de Oración que tendrán lugar en las etapas de primaria y secundaria a lo largo de la presente y la próxima semana.
Decía Thomas Merton que «la felicidad no es una cuestión de intensidad, sino de equilibrio, ritmo y armonía”. Por experiencia sabemos diferenciar entre dos tipos de felicidad. Una es esa que está bien, que es muy intensa, pero que no dura más que unas pocas horas o días, como puede ser la victoria de nuestro equipo de fútbol o de nuestro concursante favorito en el programa que seguimos, un regalo por nuestro cumpleaños o una entretenida noche de sábado.
Y luego está la otra, la verdadera, la que se mantiene en el tiempo (siguiendo el ritmo que dice Merton) e incluso va haciéndose más sólida, como puede ser una relación de amistad o el sentir que estamos llenos con lo que hacemos cada día (sí, se puede ser feliz desde la rutina). La primera está vinculada a quien busca salvarse por su cuenta. La segunda, en cambio, es la que tiene que ver con darse, “con perder la vida» (en sentido positivo).
Justamente la Cuaresma que empezamos el pasado día 22 y que se extenderá hasta la Pascua va preparándonos por dentro (si nos dejamos) en pulir ese camino para experimentar la verdadera felicidad. Como educadores se trata de un período precioso para trabajar el cultivo de lo pequeño, del esfuerzo del día a día, de la búsqueda de lo realmente importante. No solamente con nuestros alumnos sino también nosotros mismos (no deja de ser un camino compartido).
Muchas veces caemos en el error de creer que con la primera cosa que nos hace estar aparentemente felices nos vale… Cuando, en realidad, sabemos que la que nos llena es la felicidad vinculada apersonas y experiencias fundantes, es decir, que generan algo nuevo en nuestro interior que nos moviliza a sacar o mejor que tenemos (y que a veces ni sospechábamos).
Todos tenemos alguna en nuestra biografía. Y todas suponen darse. En este sentido, hay un tipo de experiencia fundante muy profunda: el seguimiento de Jesús. Quien de verdad se compromete a seguir esta felicidad que nos propone, descubre que algo nuevo ha nacido que ya jamás podremos dejar de sentir, que te llena de verdadera armonía y serenidad. No es una frase hecha. Puede haber, si la cultivamos una relación real y transformadora, que llega a cambiar las relaciones con los demás (y con uno mismo). Seguirle a Él en esta Cuaresma es una gran oportunidad de que salgamos de ella de forma muy distinta a como la comenzábamos. Porque de eso se trata, de dejarnos transformar por él. Buen camino hacia la Pascua.